jueves, 3 de febrero de 2005

Semanita de aupa

Entre unas cosas y otras la semana va pasando vertiginosamente. Claustro, reunión de asociación de vecinos, visita a la radio y de fondo los ecos del carnaval, adelantado por obra y gracia de nuestros políticos locales, y el plan Ibarreche que ha dado de sí lo que ya se sabía que iba a dar, o sea, por culito, que es para lo que está el lendacari de los cojones.
Pero no pienso perder ni un minuto más hablando de esos indeseables, prefiero escribir de los sentimientos tan contradictorios que me han producido otros hechos, como por ejemplo los vividos en el claustro de mi Instituto. Qué fácil es que se diluyan las ideas y las propuestas cuando se exponen ante tanta gente y por tanta gente, y qué difícil es acertar si se intenta dar gusto a todos. Qué fácil resulta hablar y opinar de cualquier tema y qué difícil implicarte sobre aquello que has opinado. Qué fácil es ir de progre cuando se trata de opinar sobre lo ajeno y qué difícil es encajar la progresía cuando atenta contra ti.
Además hoy he vuelto a ver la muñequita que telechaves pone en canal sur 2 durante la programación infantil, una muñeca de esas en tres dimensiones que les canta a los niños sobre los derechos que tienen. Qué gran idea la de los genios de la tele que pagamos los andaluces, estos no necesitan ni comité de expertos ni nada de nada, ellos solitos han decidido que a los chavales hay que informarles de sus derechos, olvidando, por supuesto, que todos los derechos llevan asociados unos deberes, pero eso no se lo dice la muñequita, no, no, eso no sería políticamente correcto. Y así salen luego los niños, que se les llena la boca de derechos, normal, es lo que conocen porque es lo único que se les enseña. Y lo digo por mis propios hijos, no crean ustedes, que la labor pedagógica del padre es muchísimo más difícil de encajar que la de la muñeca chavista. Total, que los padres nos vemos superados por una muñeca, la de los derechos, dejemos que los padres seamos los malos de la película porque nos vemos en la responsabilidad de mostrarles a los niños toda la verdad, y es que los deberes son tan importantes como los derechos, aunque telechaves no quiera enterarse.

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