lunes, 31 de agosto de 2009

El concierto de Víctor, sencillamente sublime

El concierto que dio Víctor Manuel el 28 de agosto en mi pueblo lo podría calificar de sublime, claro está que mi impresión es totalmente subjetiva y está sujeta a toda una vida admirando a Vitorín.


La intimidad en la que se envolvían las canciones por ese hilo conductor cronológico, que nos desgranaba el porqué de cada una, y esos sonidos acompañantes del piano y la guitarra que junto a su aun poderosa voz me dejaron una huella que jamás se borrará voluntariamente de mi memoria. Los pequeños monólogos que enlazaban los temas estaban cargados de sentimiento, a veces tristes, a veces alegres y contados con humor, pero todos dejaban al público expectante y arrancaban los aplausos con los que empezaban los temas. Un Víctor entrañable que, a pesar de su timidez natural, emergía de un escenario oscuro y minimalista para cantarnos-contarnos cosas de su vida, de su familia, de sus recuerdos..., y de vez en cuando sacando su vena inconformista con el presente, con las injusticias de siempre, con la vida que nos ha tocado vivir.


La mezcolanza de temas muy conocidos con otros menos, incluso poco o casi nada, hizo que el repaso a sus recuerdos se notara aun más sincero y así iba calando en el público. Público, por cierto, que no llenó el Auditorio, sólo una buena entrada, pero estuvo en todo momento con el artista quien nos deleitaba minuto a minuto y que se nos entregaba como si fuera un principiante. Un público con una alta edad media, me sorprendió, y no sé el porqué, la poca gente veinteañera, porque menos de veinte no creo que nadie; así que los de treinta, cuarenta y cincuenta éramos los más numerosos. Lástima que nuestra juventud no sepa gozar de un poeta, como alguno le gritó, y de una música alejada del que yo llamo efecto lavadora (choc-choc-puc choc-choc-puc y el centrifugado chocochoc-chocochoc-chocochoc).



La política, que en definitiva está en nuestra vida cotidiana, salió a relucir sin remilgos en bastantes ocasiones, Víctor no ocultó su tendencia izquierdista y dejó bien claro su rechazo a lo que no fuera democrático. Su lucha político-social se abría paso con temas de siempre y de ahora, dejando en el aire el grito desesperado por las mujeres víctimas de una violencia machista desgraciadamente enraizada, la recuperación de la memoria histórica o en memoria de los sin papeles que fallecieron aquel fatídico 11S. Hablando de la lucha de los cómicos en tiempos de dictadura, me hizo gracia el gesto que usó cuando se refirió al ministro de trabajo de entonces, quien no aceptaba las justas demandas de aquellos; con la cabeza agachada y los índices señalando el suelo se lamentó sin nombrar a mi paisano Solís.

Y cantaba, y nos contaba, con su hijo al piano cosas de su hija, de su Pilar, que para todos es Ana, y nos sobrecogía con sus temas románticos que sólo él sabe darle esos toques de desgarro: Ay amor que derriba fronteras, o: como siembra carnal busco los surcos que se palpan, se muerden, se apetecen, se acometen, se enlazan, desfallecen, y otra jornada más que estamos juntos. En fin, puro gozo para los sentidos de quienes sepan apreciarlo. ¡Monstruo! le gritaron que seguía siendo, muchos monstruos así necesita esta sociedad donde las alimañas imperan y nos quieren alejar de lo que verdaderamente es importante. ¡Cuánto valen las canas de Víctor Manuel!


Y también se vio la ligazón del cantautor con mi pueblo, desde el descubrimiento de los versos del salmantino Pedro Garfias, criado en Cabra, con ese himno en el que el poeta se reconoce de aquí cuando dice: yo soy un hombre del sur, polvo, sol, fatiga y hambre…, hasta el famosísimo Sólo pienso en ti, del que por razones obvias no contó la historia, porque aquí todos la sabemos y conocemos la admiración mutua entre Promi y Víctor. Y para soldar más esa unión entre mi pueblo y Víctor, el periódico local El Egabrense le hará entrega el día 5 de septiembre del distintivo de Egabrense de Honor, que con toda seguridad vendrá a recoger gustosamente.


Gracias, Víctor, por poner ese magnífico colofón al tórrido verano, me quedé con ganas de que me hablaras de La Sirena, o de que sobre la libertad me recordaras que De una sola manera se pronuncia tu nombre, también aquello de Sube al desván o Todo lo que amo, pero bueno, confío en que habrá una cuarta ocasión, mientras tanto seguiré siendo tu incondicional seguidor que saca jugo a tus letras para hacerlas suyas.