Si tuviéramos la suerte de poder contar
en nuestros días con el gran dramaturgo D. Ramón Mª del Valle-Inclán,
tendríamos la oportunidad de comprobar si su talento era capaz de
plasmar en su obra la realidad actual, evidentemente sería a través de
su género más peculiar, el Esperpento. No lo dudo, el maestro
tendría una ocasión única para nutrirse de situaciones idóneas y así su
pluma fluiría con pasmosa celeridad, encontrando modelos por doquier,
inspiradores de obras tan valiosas como la mismísima Luces de Bohemia.
Y qué sería de la pintura española
actual si D. Francisco de Goya disfrutara de este último lustro del
siglo XXI. Ni su sordera le impediría oír con claridad las barbaridades
de este mundo rocambolesco que estruendosamente se nos muestra a
diario, contradiciendo nuestra razón y creando monstruos que el genial
grabador dejaría plasmados en Caprichos maravillosos.
Aguafuerte, aguatinta o punta seca servirían para que las impresoras
modernas quedaran ridiculizadas por el arte del maño, y ni Barceló ni
Antonio López tendrían nada que objetar ante su maestría.
Lástima, hemos perdido la oportunidad de
disfrutar de estos dos grandes artistas en nuestra época, sólo nos
queda imaginar lo mucho que daría de sí su obra hoy en día, nos queda
pensar cómo los esperpentos lucirían con los caprichos, intuir cómo el
teatro de Valle-Inclán mostraría su lenguaje más desgarrado, imaginar
los trazos lineales de Goya en un grabado que nos dejara ver su visión
más satírica del momento. Nadie como ellos para plasmar el retorcido
momento que vivimos. Nadie como ellos traducirían lo que muchísimos no
entendemos a un lenguaje estremecedor. Nadie como ellos para sacar los
colores a una sociedad burguesa putrefacta, a una sociedad globalizada,
engañada y conformista, a una sociedad consumista, egoísta e hipócrita.
Hay que ser conscientes de que personas
de esta talla no surgen todos los días, sabemos que no serían del gusto
de la clase dominante, es evidente que para entenderlos hace falta un
mínimo de sensibilidad mezclada con un toque de cultura, y hay que
comprender que para muchos pasarían desapercibidos. Pero estoy seguro de
que serían un revulsivo para otros tantos, serían los espejos planos
donde mirarnos (ellos mirarían con espejos cóncavos y convexos), los
ejemplos que seguir, los megáfonos que oír, los telediarios que
escuchar, las noticias que creer, los corresponsales que admirar. Ante
tanta zafiedad política, tanto partidista adocenado, tanto penco manido,
tanta basura económica, algo tiene que hacernos reaccionar, y yo me
quedo con mis pensamientos remotos, los más ocultos de mis razones donde
aparecen mezclados los personajes grotescos de un actual Valle-Inclán y
los monstruosos seres del eterno Goya.
Los que somos enemigos de lo bélico y
creemos en otro tipo de batallas, estamos obligados a pensar que la
degradante situación socio-político-económico-cultural que vivimos tiene
que verse contrapuesta de manera razonable. No debemos de caer en la
trampa que nos tienden desde el fortín de los que todo lo pueden. Ellos
no quieren que pensemos, no quieren que la gran mayoría se entere de su
poder absolutista, no quieren que se muestre su mundo cruel con ojos
intelectuales. Por eso, más que nunca nos toca pensar, y esa será
nuestra fuerza, la única forma de luchar, y por eso yo he elegido como
armas la pluma del gallego y el pincel del aragonés, para desde mis
adentros andaluces poder luchar en buena lid contra el esperpento
caprichoso que nos atenaza.
Por Joaquín Caballero Ortega, publicado el 20 de mayo de 2012 en surdecordoba.com