domingo, 18 de noviembre de 2007

Yo, con el rey

Cada día que pasa, cuanto más oigo al totalitarista Chávez, a ese tirano con piel de cordero que se cree que puede engañar al mundo como engaña a media Venezuela con sus discursos baratos y demagógicos, me convenzo más de que alguien debía haberlo callado antes que el rey de España. Quizás nadie se atrevió a hacerlo, el tufillo petrolero del amigo de Fidel, como mucho, puede imponer respeto, nunca miedo, y como D. Juan Carlos carece del mismo y vio agotado su respeto pues pasó lo que pasó.

Poner en duda la postura del rey sobre el cambio para el proceso democrático de nuestra nación es cuanto menos una osadía, pero poner en duda el papel del rey en el golpe de estado "de Tejero" es propio de un cretino integral, de un desalmado y de un inconsciente. Este fulano parece olvidar las políticas en favor de sudamérica llevadas a cabo por los gobiernos democráticos de nuestro país, sobre todo con Felipe González, con los que el rey se volcó y participó más que activamente. Pero no es que olvide, es que desconoce. Este sujeto peligroso habla y habla sin parar creyéndose que el resto del mundo es tonto, eso es propio de los estultos populacheros, de ahí que falten a la verdad en favor de unos intereses puramente fascistoides.

Es difícil no escribir nada de este presidente bananero, aunque soy consciente que eso es lo que se debería hacer, no hay que darle cancha a quien no tiene méritos, lo que pasa es que ante tanta provocación habrá que hacer unos esfuerzos diplomáticos muy grandes para acabar cuanto antes con el asunto del viperino venezolano porque si no cualquiera sabe por dónde va a terminar todo esto.

Y al sr. Llamazares darle las gracias, ya sé a quién no tengo que votar en primavera, con gente como él este país terminaría siendo una sucursal cubano-venezolana, ¡ya ves tú! a estas alturas seguir queriendo ver al demonio con cuernos, rabo y tridente no sólo por las costas de California, sino en el mismísimo Mare Nostrum. Para mí que el diablo está con su abogado pactando con el de dios un cambio de papeles, uno se aburre en el cielo y el otro en el infierno.