sábado, 12 de diciembre de 2009

La casta-ñada

Hay ocasiones en que uno piensa si merece la pena complicarse la vida intentando dar un servicio público, sin pensar en ninguna remuneración, para que siempre haya algunos capullos integrales que no sólo no te reconocen ningún mérito, sino que te acusan de creerte algo o llamarte prepotente. El ser un amante de la libertad de expresión es lo que te hace seguir adelante contra viento y marea-ntes de la verdad. Eso y ser consciente de que también hay que ver a las personas que son capaces de hacerte ver que esta labor es una forma muy digna de trabajar por los demás.

Y es que parece que ahora la única manera de servir al prójimo es entrando en política. ¡Qué estupidez! Después de lo que está cayendo para esa clase, a la que Daniel Montero llama "La casta", me parece irrisorio pensar que alguien tenga esa creencia. El descrédito es tal que ya veremos qué pasa en próximas convocatorias electorales con la participación. El montaje en que está sumido el politiqueo me hace aborrecerlo cada día un poquito más. Siempre se dice que no debemos venirnos abajo por culpa de unos cuantos que son los corruptos, pero yo cada día me pregunto, ¿son tan pocos los corruptos? porque aquí lo que parece es que son pocos los que van saliendo a la luz, pero que en las lúgubres cloacas la corrupción es lo imperante. Creía yo, reconozco que tontamente, que el enchufismo era cosa de un sistema dictatorial y que la democracía serviría para depurar esa lacra. Hay que ver lo equivocado que estaba, no hace falta tener un sistema de masones, ni de cualquier orden secreta de esas que ahora tanto proliferan en las novelas históricas, no hacen falta porque tenemos la orden de la casta, que se favorece porque sí con el discurso de los salvadores de la patria cuando la realidad es que su labor es la de dar castañazos a diestro y siniestro a los que tenemos que votarlos.

¿Y qué decir de los que les bailan alrededor a los de la casta? sí, esos que usan tendenciosamente los medios de prensa para salvaguardarle los muebles a los que en definitiva le dan carnaza. Uf, para vomitar, esta otra casta es casi tan mala como la política, eso sí, la mayoría ganan menos.

Para escribir en un momento ya está bien, que a la vuelta de la esquina está la dulce Navidad, dulcísima, ay.