Vaya por delante mi profundo respeto a todas y cada una de
las personas que en sus creencias religiosas sienten a un dios por bandera y
que tienen en Él una fe más o menos constante. Tengo familiares y amigos que
están en este supuesto y no puedo por más que mirarlos, a la par que con
cariño, con incredulidad, porque a muchos de ellos los tengo por personas
inteligentes y que usan el raciocinio para su desarrollo vital. Los que me
desorientan más son los que además comulgan con las iglesias que dan cobijo a
estos dioses, sobre todo con la católica a la cual le dedicaré los próximos
párrafos. Pero no todos creen en la Iglesia católica, muchos creen en Jesús
como Cristo y, por tanto, Dios, pero no en todo el montaje que los hombres
hicieron tras su creída resurrección; lo que pasa es que a veces les cuesta no
seguir rituales que han mamado desde pequeños y que confunden su fe. También
los hay capillitas, y la mayoría conscientes de la lejanía que existe entre los
semanasanteros y la Iglesia católica, incluso entre ellos mismos por ser de
distintas cofradías. Todo esto lo puedo decir yo que para eso no pertenezco a
ninguna de ellas, por eso puedo ser capillitamente incorrecto, ellos
difícilmente se atreverían a manifestarlo en público.
Los que hemos tenido la suerte de disfrutar en estos años
atrás (no sabemos si seguiremos haciéndolo) de las Jornadas Mitraicas de Cabra,
hemos podido oír al joven profesor Israel Campos comentarnos en qué consisten
las religiones mistéricas entre las que estuvo el culto a Mitra, y se supone
que no está la católica, puesto que ésta siempre está dispuesta a darle
explicación a todos los misterios que pueda plantear. Sin embargo, cuando por
estas fechas muchas familias ponen sólo el portal de Belén y no montan un Belén
(entiéndaseme sin dobleces) se dice que se va a poner el Misterio.
A partir de ahora va a haber que buscar otra denominación
puesto que el Papa alemán se ha puesto manos a la obra y se acabó el misterio,
o al menos parte del mismo. En su nuevo libro ha decidido que la tradición de
poner la mula y el buey junto al pesebre del niño Jesús no se corresponde con
la realidad que cuenta la Biblia, como si lo demás que cuenta ese sagrado libro
sí que se correspondiera. Pudiera ser que este hombre haya decidido dedicar lo
que le queda de vida a ir desmontando todos y cada uno de los misterios
inexplicables de ese libro, y éste o el de la estrella supernova y la
procedencia tartésica (andaluza) de los reyes magos sea una avanzadilla. Sin
salirnos del Misterio, la virginidad de María que va a dar a luz tendrá miga
que contar, la aparición de un ángel para anunciar la venida de Jesucristo dará
que hablar y la fecha de este nacimiento otro tanto. Mucha prisa se va a tener
que dar porque de edad anda avanzado y la tarea que tiene por delante me parece
extenuante. Ni Juan José Benítez ha tenido tantos misterios que resolver en sus
Caballos de Troya, ya que éste se ha
ceñido sólo al Nuevo Testamento y la Biblia es mucho más.
Con la que está cayendo y a estas cosas se dedica el jefe
del Estado del Vaticano, claro que en su país no hay crisis, al menos
económica, no sé si de fe andan bien despachados, es de suponer que sí. Así que
el Papa de Roma, en sus ratos de meditación trascendente especula sobre el
portal de Belén, aviado va si algún día le da por explicar el misterio de algunos
villancicos y nos encontramos con que en otro libro nos dice que los peces en
el río no pueden beber y volver a beber por ver al Dios nacido, y que no nos
empeñemos en mirar cómo lo hacen. Ah, y cómo en el portal de Belén hay
estrellas, sol y luna, las tres cosas a la vez no caben ni pueden coexistir en
el tiempo, otro misterio más, me temo que todo quedará reducido a la Virgen y
San José, y el niño que está en la cuna.
Pero no se queda sólo en estas lides el Papa de Roma,
también lo hemos visto con una tableta electrónica delante de sus ojos y cómo
con sus santas manos tocaba la táctil pantalla. Se la puso un cardenal, supongo
que ese sería el rango, y no pude más que sentir anacronismo con esas gentes
vestidas con faldones y vendiendo al twittero “pontifex”. -
¡Esto es cosa del diablo!- imagino que debió exclamar la primera vez que la
tocó. Pero ya lanzado a las TIC, también encendió un árbol de Navidad desde una
tableta, ojo, debatiéndose en los mentideros internautas por qué lo hizo desde una Sony y no desde una
IPad. Cualquier mal pensado creerá que el aparecer con una u otra marca le habrá
reportado beneficios económicos…
Qué contento debe de estar su santidad
Ratzinger con nuestro gobierno derechista, y más con el ministro Wert, quien a
este paso lo beatifica telemáticamente. El repelente ministro de Educación, que
seguro que quiere pasar a la historia sí o sí, caiga quien caiga y sea como
sea, nos ha hecho retroceder en el tiempo muchísimos años y ha vuelto a darle a
la clase de religión el carácter de asignatura computable para el expediente
final del alumnado. Por favor, los que sabemos de qué va esto tenemos que estar
indignados con la decisión y me gustaría que se enterara quien de esto sabe
poco o nada. Solamente este penoso asunto
me daría para varios artículos, así que por ahora resumiré diciendo que me temo
la vuelta de los crucifijos a las escuelas públicas y un alza en las matrículas
de religión para subir nota con vistas a poder elegir carrera. La lucha por la
escuela pública laica está más candente gracias a ultraconservadores como el
ministro, es lo único que puedo agradecerle. Benedicto le agradecerá que se
implante como libro de texto el último que él ha escrito, o quién sabe, a lo
mejor entre misterio y misterio le da tiempo a escribir un nuevo catecismo.
Por Joaquín Caballero Ortega, publicado el 8 de diciembre de 2012 en surdecordoba.com