sábado, 19 de octubre de 2013

Otra de PISA



Hará algo más de una semana que volvieron a pisarnos fuerte, me refiero a España y a su educación y cultura. El informe PISA para adultos nos puso de vuelta y media con datos objetivos que dejan en evidencia lo que somos. En este caso los datos de nuestros menores escolares no han sido los que han dado el aldabonazo, sino que el estudio se refiere a sus padres y abuelos (también madres y abuelas para los que así se sientan más coeducados). Vaya, que siendo castizo se me ocurriría decir eso de que de tal palo, tal astilla, o quizás de tal astilla, tal palo.

Muchas voces se alzaron a analizar la mala noticia, sobre todo las de los tertulianos de los distintos programas de radio y televisión, en su mayoría periodistas que de todo creen saber y con sus palabras osadas buscan sentar cátedra. Al margen de que pocos opinadores me merecen la pena, lo cierto es que el eco fue evidente y a él se sumaron políticos en activo y desactivados que echaban ascuas a su sardina en análisis sesgados que terminaban con el siniestro “… y tú más.”

Pero lo que no llego a comprender bien es el porqué se rasgan las vestiduras con esta noticia si para mí era una evidencia como la copa de un pino. Sobra y basta con ver la parrilla televisiva, sobre todo la de Telecinco, para darse cuenta de que los muchísimos clientes de esos programas basura son lo que dice el informe PISA. Este tema daría para otro debate en el que se podrían poner sobre la mesa las funciones de una televisión; sin lugar a dudas las de esa cadena no tienen nada que ver con la educación ni con la cultura.

Está claro que los que nos llevamos los mayores varapalos somos los docentes, a quienes algunos culpan de esos malos resultados en comprensión lectora o matemáticas. Docentes sujetos a unas legislaciones educativas que cambian cada dos por tres, dependiendo del gobierno de turno y de lo que pedagógicamente esté de moda en algún país de referencia. Evidentemente que el sector de la población que entraba en la medición de la prueba PISA estaba en una horquilla muy amplia, y en los casos de los más mayores la enseñanza educativa recibida se remontaba a tiempos de la dictadura, donde esa enseñanza, entre otras muchas consideraciones, no era tan general. 

El debate más cruento ha sido sobre la famosa y extinta LOGSE, a la que muchos sectores reaccionarios ven como la caja de Pandora que contenía todos los males educativos. Yo, que no he sido nunca defensor de la misma, debo admitir que con ella se avanzó mucho en lo que se suele llamar integración de los alumnos más desfavorecidos por una y otra causa. La pena es que se olvidó de los que podían progresar más y se les estancó absurdamente, permitió que se promocionara de curso sin el menor esfuerzo y sin los mínimos conocimientos y elevó a los 16 años la edad obligatoria de escolarización para equipararnos con Europa. Ninguna Ley posterior cambió nada de eso sustancialmente. La atención individualizada que pretendía y que aún hoy se sigue pretendiendo, es el engaña bobos de quien está alejado del aula y no tiene ni idea de cómo está el patio. 

Somos los docentes los que con nuestro empeño, paciencia y dedicación intentamos hacer malabares para llevar hacia adelante a un alumnado heterogéneo y en muchos casos desmotivado. Y lo hacemos alejados de leyes caprichosas e inoperantes que de nada sirven en el día a día. Y como nosotros ahí estaban los que nos precedieron, que igualmente se volcaron en su profesión con vocación, y que no son los responsables del desastroso informe PISA para adultos. Y en el futuro estarán dando el callo otros docentes que vendrán y sabrán dar a sus alumnos lo mejor de su saber para que no caigan en el ostracismo al que hoy parecen condenados los estudiantes.

La sociedad y el conjunto de leyes que en cada momento la determinan, y los políticos que desde las alturas y en nuestro nombre legislan son los responsables de que hoy nos veamos retratados como un pueblo ignorante, soez y casi analfabeto. Alimentamos la ignorancia para el beneplácito de los que intentan manipularnos, por eso también tenemos la casta política que tenemos, quienes en un informe PISA para políticos saldrían igual o peor malparados.

Con la Educación no se juega, no se debe jugar, todos dicen que es uno de los pilares de nuestra democracia, de nuestro Estado, sin embargo ya se la ha tocado duramente en lo económico, se adulteran contenidos al albur del ministro de turno, se retrocede peligrosamente en la valoración del expediente contando a la Religión para las becas, se consienten segregaciones por sexo, se favorece vilmente a la privada y se recortan derechos y sueldos a los docentes. Si esto no es un juego, de qué hecho execrable se trata. Me temo que será la mayor perversión del misántropo Wert.

Por Joaquín Caballero Ortega, publicado el 19 de octubre de 2013 en surdecordoba.com     

martes, 27 de agosto de 2013

¿Quién le tiene miedo al lobo…?



No se imaginaría Charles Perrault que por su cuento de Caperucita Roja la imagen del lobo iba a quedar para siempre como la de un animal salvaje y tremendamente nocivo para las personas, porque en realidad la imagen que el autor ofrecía era la representación del ser desconocido encarnado en un lobo para enseñar a los niños que no hicieran como Caperucita y tuvieran cuidado con la gente que no conocen. El cuento original termina cuando el lobo se come a Caperucita, lo del leñador que rescata a la abuela y a la niña del vientre es un añadido de los Hermanos Grimm que le dieron un final feliz a la historia.

¿Quién le tiene miedo al lobo…? Si ya no es feroz. Así rezaba parte del estribillo de una de las canciones de Carlos Puebla y los Tradicionales refiriéndose, cómo no, al imperio yanqui. En la búsqueda de un culpable que siempre se suele usar como recurso fácil para justificar una precariedad, un desacierto o un infortunio, los cubanos de Fidel nunca dudaron en gritar que su lobo de Caperucita estaba en Norteamérica, y que fuera quien fuese el presidente de esa nación no era un cordero de verdad, que eso sólo era un disfraz. Con ese tono burlesco, despreciativo y retador que usaba el cantautor isleño enardecía a quienes lo escuchaban. Para entenderlo mejor quien esto lea debe situarse en aquellos duros años setenta, duros, en este caso, para el acorralado pueblo cubano, por lo que en este caso el recurso era verdadero y, por lo tanto, justificado.

Los que miramos antaño a Cuba con buenos ojos vimos nítidamente al lobo americano que se desplegaba sin piedad por toda América, hincando sus incisivos en la yugular del pueblo llano disfrazado de Pinochet, Videla o Nixon. Disfraces absurdos que provocaban la ira de quienes se negaban al sometimiento indigno, y por eso surgieron luchadores míticos como el Che o Camilo Cienfuegos.

Más o menos contemporánea y en parte contradictoria a aquella canción estaba otra de Rosa León que decía: “Los lobos se han vestido con pieles de cordero, pero siguen mordiendo y se les ve el plumero”. Si siguen mordiendo es que siguen con la ferocidad, ahí está la contradicción. Pero el resto de la letra era, en este otro caso, también un alegato contra los que en nuestra naciente democracia se servían de ella, apostando hipócritamente por la libertad, pero siendo unos claros añorantes del régimen dictatorial de Franco. Lobos que vieron venir los nuevos aires y como no quisieron perder privilegios adoptaron poses falsas que les permitieron seguir en el ajo para no perder el tajo. Ay aquella España de la transición…

Hoy día podríamos preguntarnos si existen lobos a los que tenerle miedo, incluso podríamos analizar si es una especie evolucionada o son los de siempre. También cabría cavilar sobre si les tenemos miedo o no, si muerden y cómo es su ferocidad.
En el periodo larguísimo que llevamos de crisis hemos reconocido a muchos lobos. Algunos ya estaban en nuestro punto de mira, pero otros han salido a la luz de la gente cuando la necesidad se ha hecho patente. Es verdad que su disfraz nos engañaba, pero también es verdad que era cómodo dejarse engañar ya que todo nos iba bien. Pero ya se sabe, pan para hoy y hambre para mañana, y cuando ahora hay escasez de pan para muchos los lobos siguen comiendo caperucitas a mansalva. 

Sin lugar a dudas el lobo neoliberal ha sido el que más nos ha engañado, nos atrajo con suntuosas promesas para envolvernos en un espejismo que ahora se nos vuelve incierto. Nos atrapó y nos está devorando como a Caperucita, sin que le hubiéramos visto el plumero de su disfraz. Y para paliar sus dentelladas, se nos ocurrió que lo mejor era poner al cordero Rajoy para que nos gobernara. Poquísimo tardamos en verle su plumero mentiroso y comprender que este lobo es familia directa del neoliberalismo voraz. Su manada es peligrosísima, y a través del lobo Bárcenas nos estamos enterando de lo que se cuece dentro. Bonito cuento del que el final está por escribir.

Otro lobo fiero es el que se vistió de rojo para engañar bajo las siglas de socialista a los andaluces. Es el lobo ERE, que se apoderó de nuestro territorio hace ni se sabe cuánto y que poco a poco ha ido tramando una compleja retícula por valles y montañas bajo el grito, precisamente, de que venía el lobo, cuando el lobo también era él. El poder corrompe y más con el paso del tiempo, eso dicen, este lobo está corrompido porque ahí hay muchos adaptados en la transición, pero que ni son verdaderos demócratas, ni socialistas, sólo advenedizos cortijeros.

¿Hay más lobos? Pues claro que sí, no quiero ser catastrofista, pero basta echar un vistazo y mirar con atención el plumero de la Justicia, de la Sanidad, de la Educación, de la Economía, de la Iglesia… Contento podría estar Félix Rodríguez de la Fuente porque el lobo ibérico ya no está en peligro de extinción. Es más, se ha repoblado tanto que, como hicieron los hermanos Grimm, tendremos que buscar un leñador si queremos que la historia acabe bien.


Por Joaquín Caballero Ortega, publicado el 27 de agosto de 2013 en surdecordoba.com    

miércoles, 17 de julio de 2013

Mi destiempo



En tiempo de estío, y para mí periodo vacacional -por fin-, nos solemos plantear muchas cosas que se van dejando durante el resto del año, pero al final son tantas que los días se te terminan haciendo cortos y decides ser selectivo. No hay más remedio.


Los libros no pueden faltar, son tantas las historias que contienen que es fundamental meterse en ellas con tal de salir de la asfixiante realidad político-social que nos rodea. Y digo asfixiante porque hoy estoy prudente y no me apetece usar otros calificativos que seguro le irían mejor. Gustamos sumergirnos en el agua refrescante de playas y piscinas, pero más me gusta sumergirme en una novela embelesadora que cuando tengo que soltarla me enrabia. Ya han caído varias, La reina descalza (Ildefonso Falcones), Misión Olvido (María Dueñas) y En un rincón del alma (Antonia J. Corrales). Como se puede observar poco tienen que ver unas con otras, diferentes autores (todos españoles) y diferentes temas, aunque las dos últimas guardan un fondo común, el escapar. Y ahora estoy con una de autora extranjera, Belinda Starling y su novela La encuadernadora de libros prohibidos, para seguir con la pluralidad, supongo, o porque en el extracto me sedujo el toque de intriga que espero y que tanto me apetece. Cuando la termine seguro que vendrán más, La isla bajo el mar de Isabel Allende y una biografía de Velázquez, dos regalos de compañeros y amigos que me gustaron en cuanto salieron de su envoltorio y cayeron presos en mis manos. No me gustaría dejar de decir que por primera vez intercalo el formato clásico en papel con el formato digital, algo de lo que no estaba seguro si iba a ser capaz, más que nada por serle infiel al libro de toda la vida, pero debo reconocer que mi adaptación a las nuevas tecnologías ha sido tan bien avenida como siempre.


La música tiene que hacer su aparición en estas fechas casi por prescripción médica, ya que sin ella me falta algo y la dosis veraniega me revitaliza para el resto del año. Pero tal y como está el mercado actual no estoy teniendo duda en acudir a los clásicos, a mis clásicos. Además también he descubierto una nueva forma de hacerlo. Como el día tiene las horas que tiene y son tantas las cosas que se pueden plantear realizar durante el mismo, he decidido que la música va a ocupar la nocturnidad, más bien casi llegados a la madrugada y metido en ella dejarme llevar por donde el móvil me lleve. Sí, porque también en este campo he decidido innovar, el teléfono móvil es el soporte y con los auriculares me aíslo del mundo para navegar por el Youtube. La primera canción la elijo premeditadamente, el resto son las sugerencias que me salen, bien del mismo autor o de otros que tengan que ver con él de alguna manera, o más bien de la manera youtube y yo voy eligiendo entre ellas. Ayer empecé con Princesa de Sabina y terminé con Noches de blanco satén de The Moody Blues, un recorrido por el que se dejaron oír desde Kansas o Bon Jovi a Silvio Rodríguez o Mercedes Sosa. En fin, una gozada para mis sentidos, no sólo el auditivo, porque paladeas, hueles, ves y palpas lo que fue tu vida de hace… bastante. En definitiva, un método que recomiendo sin remilgos y para el que aconsejo que la batería del móvil esté cargada.


Y no se puede ni se debe renunciar a la familia, por eso procuro que tengan su lugar en mi ocioso tiempo. Resulta difícil satisfacer a todos, a veces eso me lleva a la desesperación, lo reconozco. Pero es tan complicado darle a cada cual su espacio en mi espacio, es tan complejo buscar que los espacios de los hijos cuadren entre ellos y a la vez con el tuyo y el de tu pareja. Hay que intentarlo, sin duda, y me lo propongo todos y cada uno de estos días, porque quiero verlos contentos, así lo estaré yo también. Piscina y juegos en ella, paseos nocturnos y cenas en lugares distintos, escapadas a la playa (con lo poco que me gusta…) y charlas dispares sin estudios de por medio intentan colmar mi deleite vacacional en este apartado tan importante.


Debería de haber también un hueco para el cine, pero en mi pueblo ese tema es casi inexistente. Ni la empresa privada se ha instalado para satisfacer los paladares de los que gustamos del séptimo arte, ni los gestores municipales están por la labor de que el cine en Cabra sea lo que tradicionalmente fue. Desgraciadamente, después de Juan Muñoz ningún gobernante ha querido al cine, aunque todos los años se vanaglorian de un certamen de cortos con el que pretenden vender la marca Cabra hasta en la Luna, y cualquiera que no conozca nuestra triste realidad cinematográfica diría que hay que ver lo importante que es el cine en esta ciudad. En fin, que me pierdo en politiqueo y eso es lo último que quiero, así que me conformo con alguna peli en televisión y a seguir añorando aquel cine de verano de antaño.


Qué me falta, pues tiempo, ya lo dije al principio, tiempo para estar con mis amigos y contarnos lo que está en el tintero para que no se quede ahí, compartir con la calma que te da no pensar en el trabajo y proyectar en el aire los deseos que deberían de estar por llegar. Tiempo y disponibilidad para dar una escapada en pareja y visitar al viejo Pissarro que ahora está en Madrid, ese impresionista que no faltó a ninguna de las citas expositivas del grupo en los Salones parisinos porque fielmente creía en el mismo. Tiempo para escapar a las entrañas de la piel de toro, no hay que ir más lejos, y masticar el legado que guarda en su artístico pasado. Eso sí, sacaré tiempo para seguir asomándome a este surdecordoba.com, estar al día en el devenir de la comarca y leer a quienes me acompañan en la grata labor de opinar, aunque diverja mucho de algunos de ellos.

Y me limpiaré todo lo que pueda de la asquerosa política que nos ha tocado vivir y de la que no podemos estar ajenos, como me decía mi niña ayer, estoy harto de tanto Bárcenas y Bretón. Yo añadiría más personajillos y más podredumbre ética y moral, pero bueno, bien está lo que sale de una boca sin prejuicios y que sólo entiende de verdades.

Por Joaquín Caballero Ortega, publicado el 16 de julio de 2013 en surdecordoba.com   

domingo, 19 de mayo de 2013

Ahora los cursirretros



Si antes gustaba de llamar cursiprogres a los ideólogos iluminados de Zapatero, ahora me encanta llamar cursirretros a las mentes con naftalina de Rajoy. Entre unos y otros, unas y otras, se van a dar con las esperanzas de la ciudadanía cada día más agonizante y más perdida en el agujero negro del galopante paro.

Lo del PP es para enmarcar, no ha habido ningún gobierno en democracia que haya incumplido más su programa electoral que el que ahora tenemos. Mienten con un descaro que raya el insulto y que, por lo tanto, me rallan sobremanera.  Una y otra vez hacen lo contrario de lo que dijeron y ni se sonrojan, que va, todo lo contrario, se llenan de orgullo patriótico y con un lenguaje doctrinal nauseabundo nos dicen que tengamos paciencia y que recemos. Será por eso que Rajoy perdió el culo por reunirse con el nuevo Papa de Roma, la receta para salir de esta agonía debe creer el gallego que es el rezo, y si viene del más próximo a lo divino pues mejor que mejor. Rajoy le habrá pedido a Francisco que rece por España alegando:  “porque santidad, a mí no me hace caso”.

A cambio, Rajoy le dio una satisfacción al pontífice, le dijo que tenía un ministro de educación muy católico y le garantizaba que la asignatura de religión iba a tener un peso específico igual que cualquier otra en el expediente del alumnado; vamos, que para la nota media iba a valer lo mismo que el resto de asignaturas. Dicho y hecho, ya tiene su Ley en marcha por obra y gracia del espíritu cursirretro de Wert. Ya se acabó la Educación para la ciudadanía, esa clase satánica y bolchevique de la que los niños de primaria y los jóvenes de secundaria salían adiestrados para atentar contra el régimen católico y contra los valores más sagrados que la estirpe derechista, valores que no son otros que hacer las cosas como Dios manda. Miedo me daba cruzarme en la calle con los que salían de clase después de dar esa ignominiosa materia, pavor por sus miradas de odio y recelo hacia quienes lucían crucifijos y pertenecían a cofradías. No, de verdad, es cierto que después de unos años de impartición de la innombrable asignatura, ya no quedan niños y jóvenes buenos, ahora todos se dedican a ir con la bandera republicana a manifestaciones antisistema y a quemar imágenes religiosas. ¿O no es eso así? Claro que sí señor Rajoy, claro que sí señor Wert. Lo mejor, sin duda,  es adoctrinar en el nacionalcatolicismo que tanto les gusta; o no, perdón, que ustedes no adoctrinan, que eso lo hacen solamente los otros, ustedes con esta ley lo que van a lograr es acabar con el paro juvenil…

Y ahora el cursiprogre de Rubalcaba salta con que si la ley Wert sigue adelante, él va a pedir revisar los acuerdos con la Santa Sede. Pero criatura, ¿por qué no lo hiciste antes cuando estabas en el gobierno con ZP? ¿Es que te impone menos Francisco que Benedicto? Pues nada, como ha dicho habrá que esperar a que vuelvan al gobierno para volver a cambiar la ley educativa, total qué más da si ya estamos acostumbrados a ello…

Pero el cursirretrogradismo no sólo lo demuestran los peperos en Educación, veámoslo también en la Justicia, y ahí el cursirretro Gallardón se está luciendo. Su partido se divide entre los muy retro y los menos retro, por eso con la nueva Ley del aborto no se ponen de acuerdo.  ¿Le dará Rajoy otra satisfacción a Francisco a cambio de más rezos? El tiempo lo dirá, pero me temo mucho que sí. Porque es que llevan razón, señores, cuanta más abierta sea la ley del aborto más abortos se realizarán, porque una cosa incita a la otra, no digan que no. Miren lo que pasó con el divorcio, desde que se implantó en nuestro sistema jurídico no hay pareja que no se divorcie. ¿A quién se le ocurre dejar que dos personas cambien sus vidas por no poder vivir un infierno conyugal? ¿Cómo se les ha ocurrido privar de ese infierno a unos hijos inocentes? Desde luego que tenemos tarea. No sé si Gallardón y Rajoy van a ilegalizar el divorcio para contentar a Francisco, pero que no se olvide que será siempre en pos de conseguir más rezos para acabar con esta crisis.

La involución le conviene a muchos poderes más o menos fácticos, la involución es incultura y viceversa, la cultura no interesa porque racionaliza y la razón es evolución. Toda evolución que se coarta sólo sobrevive con una revolución, y ahora es el tiempo. ¿Habrá revolución? También me temo que no, la sociedad se ha asentado en un aborregamiento hipócrita, gracias al devenir de tanto cursiprogre y cursirretro, que veo imposible que dé la cara por mucho que día a día se la partan.

Por Joaquín Caballero Ortega, publicado el 19 de mayo de 2013 en surdecordoba.com  

Así cualquiera

Pensé, iluso de mí, que la gestión del gobierno de Zapatero sería difícil de empeorar, pero me equivoqué. Aquel gobierno fue tan equívoco en sus componentes, y sobre todo en sus componentas, que unido a sus disparates sobre la crisis parecía que tal caos era imposible de superar, desde su inicial negación hasta su pésima gestión.
Veía con impotencia cómo los que en sus siglas llevan la palabra socialista aplicaban medidas que iban contra el tejido social medio. Pensé que si la izquierda era esa y esas eran sus soluciones mal pintaba la situación. Si la medida ahorrativa estrella era bajar a 110 la velocidad máxima en las autovías y así tomarnos un respiro anticrisis, no había que ser muy listo para barruntar que íbamos a ir de mal en peor. No tenían ideas, no tenían soluciones, no sabían qué hacer. Fueron incapaces de tocar a los intocables de este país. Y la gente lo percibió mayoritariamente, por eso perdieron las elecciones.
Y llegó la derecha, los populares, los salvadores de la patria. Yo que no los voté me dije que había que estar expectante y alerta, eran muchas las promesas que hicieron y muchos los retos por delante con una mayoría absoluta que los avalaba y los tranquilizaba. No podían hacerlo peor que los derrotados socialistas, no había que temer a la derecha, pero tampoco había que confiarse. Y en esa línea me movía antes de que pasaran a la acción, o más bien a la contracción.
Le tengo que dar las gracias al señor Rajoy, sí señor, me ha demostrado que mi relajación con la derecha española fuera también un error. Guiado por mi perspectiva de los dirigentes del PP egabrense olvidé que no todos son así, bajé la guardia viendo en ellos un talante muy alejado de la imagen añeja y eterna del nacionalcatolicismo que encarna la derecha más rancia de nuestra reciente historia. Porque el PP nacional es otra cosa, no digo yo que no se parezcan en nada porque sería absurdo, pero los de arriba son otra casta, están en otro nivel y no me cabe duda que entre ellos se mezcla la derecha dura, antisocial, neoliberal, despiadada y sin escrúpulos morales porque para eso tienen a la iglesia católica que bebe de su mano y los libera de pecar. Esa derecha hipócrita donde sus miembros se divorcian, abortan, se casan siendo homosexuales y contradicen así todos los postulados católicos que tanto abanderan. Menos mal que Rajoy y su equipo de gobierno me ha devuelto a la realidad, jamás sabré cómo agradecérselo.
Aunque la verdad es que, pensándolo bien, lo ideal hubiera sido que su actuación fuese impecable ante la crisis y que yo siguiera sumido en el limbo. Si Rajoy no hubiera machacado a los funcionarios hasta la agonía, si no hubiera mostrado su intención de privatizar los valiosos poderes públicos de la Sanidad y la Educación, si no hubiera pisoteado a las clases medias y medias-bajas con subidas de impuestos directos e indirectos desmesurados (recordemos el NO a subir el IVA), si no hubiera demostrado esa querencia por proteger a la banca contra la ciudadanía, si no hubiera querido beneficiar a los grandes defraudadores (ya van siete imputados en el caso Gürtel), si no hubiera mostrado esa sumisión a Merkel y a sus exigencias, si no hubiera dejado de lado a los dependientes, a los de los dramáticos desahucios, si no hubiera pactado con la iglesia católica seguir con sus injustos privilegios, y para colmo en secreto,  si no hubiera mostrado esa opacidad ante la corrupción de su partido (a vueltas con el Gürtel, Bárcenas, etc., etc.) si no hubiera… yo seguiría medio alelado creyéndome que la derechona de Umbral había cambiado.
Ver al verdadero Gallardón, el impositor justiciero, que pasará a la historia como el que hizo en democracia la Justicia más injusta, ha sido todo un aldabonazo, y ver sus propuestas de indultos para algunos presos ha sido recalcitrante. Y ver a Montoro, el hacendado despistado, intentar salirse por la tangente con cada caso en el que su partido lo ha comprometido me ha parecido patético; el ahora despistadillo era el azote económico de ZP. De chiste. Y la ministra de sanidad Ana Mato, lady´s presents, también debe recibir sus honores. Bueno, la verdad es que lo que recibió fueron regalos y fiestas particulares de cuantías indecentes (que diría Richard Gere en Pretty woman) tampoco es para tanto, además para eso está divorciada de su ex que es el culpable de todo y el único. Perdón, separada, que la señora no se divorcia porque va contra la Santa Madre Iglesia protectora de la familia (la que ellos consideran, las demás no son nada); y digo yo, ¿no es lo mismo, prácticamente? ¿No le dijeron eso de que “lo que Dios una que no lo separe el hombre”? Ojo, le dijeron separar…
Las medidas de recortes que Rajoy ha tomado no son duras, me refiero para él, son duras para los ciudadanos que soportan la falta de iniciativas de esta derecha del siglo XXI. Para él han sido las medidas más fáciles, ir contra el débil es sencillo y cómodo, digan lo que digan y le den las vueltas que le den. Lo peor es que ninguno de los dos partidos superpoderosos, que encarnan las ideologías esterotipadas de derecha e izquierda, ha sabido hacer frente a esta avalancha de desesperanza y desasosiego que corre de norte a sur, este y oeste por esta España humillada. Ninguno supo idear intervenciones creativas que no hicieran tambalear a los desfavorecidos, ninguno quiso hincar el diente a los más pudientes y poner en su sitio al sistema financiero, quizás porque son presas del mismo. Ninguno ha estado dispuesto a poner al político en peldaños más abajo. Yo no sé si hay alternativas anticrisis distintas a las padecidas, quiero creer que sí, pero no me gustan en absoluto las que hay y se supone que los políticos están ahí para buscarlas hasta debajo de las piedras. Unos y otros han ido al tijeretazo fácil, y como me decía mi padre en tono jocoso cuando me veía holgazaneando en el sofá, así cualquiera.

Por Joaquín Caballero Ortega, publicado el 15 de febrero de 2013 en surdecordoba.com