Resulta descorazonador pensar en
el futuro, pero no ya por los que tenemos una edad cuajada, más bien por
nuestros hijos e hijas. Y digo descorazonador y no otra cosa porque se trata de
lo que más quieres y por lo que más sufres. El amor y el sentimiento profundo
de cariño siempre ha estado unido a este órgano vital, aunque científicamente
parece que se demuestra que todo es cerebral, y que son la
dopamina, la oxitocina, la vasopresina o la adrenalina entre otras, las que nos
alteran, sin desdeñar que ello cause a su vez en nuestro corazón movimientos
arrítmicos, incluso que nuestro estómago note esas “mariposas” tan
características. Miras a un hijo sin que te vea y piensas qué será de él. Luego
se ponen en juego todo lo expuesto y sientes algo tan indescriptible que te
revienta no tener la capacidad dialéctica para ponerlo por escrito, quizás
porque es imposible o quizás por tu torpeza.
Pues bien, las condiciones en las
que se encuentra la sociedad actual en cuanto a economía y empleo dan para
sentir a menudo esos síntomas cardiacos. Sin contar con las alteraciones que se
provocan los viernes tras los consejos de ministros y sus posteriores
comunicaciones, que primero te tienen el alma en vilo y después te perforan el
pericardio. Y cuidado, que después de estos envites seguimos ahí tocados
brutalmente en Educación, Sanidad y Servicios Sociales, por citar los que
constituyen nuestros pilares de sociedad avanzada, aunque ya sabemos que los
lancetazos también han llegado a otros campos, digámoslo así, más prescindibles.
Vida sana y deporte se nos
recomienda para cuidar el corazón, excelente, pero cada día va a costar más
conseguirlo, puesto que comer bien es más caro –mientras que ingresamos menos-
y el desasosiego está haciendo que los vicios del tabaco y el alcohol aumenten
por la desesperación de mucha gente. Así es difícil pensar en practicar
deporte, ya que sabemos que ello supone un sacrificio y no se está dispuesto a
incrementar el número de los muchos que ya se hacen a diario, por lo que
también parece haber aumentado la cómoda práctica del sillónball.
Latidos incontrolados sentimos
cuando vemos imágenes en las que se alienta a asaltar supermercados, y más aún
cuando se justifica esa acción con el Código Penal en la mano alegando “una
situación dramática”. Sánchez Gordillo, el alcalde de Marinaleda y
parlamentario andaluz de Izquierda Unida, ha sido el promotor de esta acción
que, sin duda, ha pretendido dar un aldabonazo en la conciencia social y
política de este país. No es santo de mi devoción este hombre, lo confieso,
pero tanto en su postura contra el pacto andaluz PSOE-IU como en su valentía en
este inaudito asalto le doy la razón. Evidentemente que entrar a saco en los
supermercados robando comida no es la forma para salir de la crisis, ni
siquiera la solución definitiva para unas cuantas familias, pero insisto en el
fondo, sólo se trata de una llamada de atención para denunciar que las
instituciones públicas no están haciendo todo lo que pueden y deben para procurar
comida a todos nuestros conciudadanos.
Y mientras, siguen entreteniendo
a una gran masa de población con programas que llamamos del corazón, cuando lo
que se debería es de educar a esos televidentes en el fomento de la cultura,
del conocimiento, del saber. Claro, que si se enseña a eso se acabarían los
programas basura de gallineros incontrolados de dimes y diretes que mantienen a
la gente alelada y alejada de hablar de Rajoy para centrarse en Belén Esteban.
Sé que muchos estarán pensando que poca diferencia hay entre ambos sujetos,
pero seamos sensatos y veamos que mientras que el presidente del gobierno tiene
en su mano el poder sacarnos de este agujero, precisamente por tener mucho
poder, la que se lió con un torero famoso lo único que tiene y quiere es hacer
caja para mantener un buen ritmo de vida, y nada puede hacer por nadie más allá
de entretener perniciosamente. Ahora bien, ¿quién tiene más corazón, Rajoy o la
Esteban? ¿Difícil, eh?
Y si algo no quiero que falten en
estas líneas son las corazonadas. Muchos dicen que las tienen y que luego ven
que lo han sido, es decir, que se ha cumplido lo que sentían que podía suceder
sin tener ninguna explicación científica para ello. Creo que todos las
sentimos, aunque no siempre las demos a conocer más que nada por temor al error
y luego a la burla posterior, pero están presentes en nuestra cotidianidad y no
las debemos confundir con simples pronósticos. La corazonada nace de dentro, de
dentro de no se sabe qué, quizás del propio corazón, quizás de un hemisferio
cerebral. Dice Eduardo Punset: “Es cierto que en la última
década ya habíamos descubierto, aunque no lo aceptara casi nadie, que las
corazonadas o -por llamarlas por su nombre científico-, las intuiciones o el
subconsciente eran una fuente tan válida del conocimiento como la razón”. Caramba,
luego añade que “… Lo que están demostrando los últimos experimentos efectuados
es que el nuevo concepto de inconsciente implica que la conducta de una persona
puede ser el resultado de algo que ha ocurrido en el entorno sin necesidad de
un acto consciente por su parte... El inconsciente por su cuenta es responsable
no solo de la mayoría de las decisiones que tomamos, sino incluidas las de
mucha importancia por la sofisticación o complejidad de los procesos cognitivos
implicados”. Vaya, después de esto solo
me queda pensar que si las corazonadas vienen del subconsciente, el corazón no
es consciente de su inconsciencia. Lástima, pues, de las personas que no tienen
corazón… que me entienda quien me entienda.
Por Joaquín Caballero Ortega, publicado el 23 de agosto de 2012 en surdecordoba.com