Si antes gustaba de llamar
cursiprogres a los ideólogos iluminados de Zapatero, ahora me encanta llamar
cursirretros a las mentes con naftalina de Rajoy. Entre unos y otros, unas y
otras, se van a dar con las esperanzas de la ciudadanía cada día más agonizante
y más perdida en el agujero negro del galopante paro.
Lo del PP es para enmarcar, no ha
habido ningún gobierno en democracia que haya incumplido más su programa
electoral que el que ahora tenemos. Mienten con un descaro que raya el insulto
y que, por lo tanto, me rallan sobremanera. Una y otra vez hacen lo contrario de lo que
dijeron y ni se sonrojan, que va, todo lo contrario, se llenan de orgullo
patriótico y con un lenguaje doctrinal nauseabundo nos dicen que tengamos
paciencia y que recemos. Será por eso que Rajoy perdió el culo por reunirse con
el nuevo Papa de Roma, la receta para salir de esta agonía debe creer el
gallego que es el rezo, y si viene del más próximo a lo divino pues mejor que
mejor. Rajoy le habrá pedido a Francisco que rece por España alegando: “porque santidad, a mí no me hace caso”.
A cambio, Rajoy le dio una
satisfacción al pontífice, le dijo que tenía un ministro de educación muy
católico y le garantizaba que la asignatura de religión iba a tener un peso
específico igual que cualquier otra en el expediente del alumnado; vamos, que
para la nota media iba a valer lo mismo que el resto de asignaturas. Dicho y
hecho, ya tiene su Ley en marcha por obra y gracia del espíritu cursirretro de Wert.
Ya se acabó la Educación para la ciudadanía, esa clase satánica y bolchevique
de la que los niños de primaria y los jóvenes de secundaria salían adiestrados
para atentar contra el régimen católico y contra los valores más sagrados que
la estirpe derechista, valores que no son otros que hacer las cosas como Dios
manda. Miedo me daba cruzarme en la calle con los que salían de clase después
de dar esa ignominiosa materia, pavor por sus miradas de odio y recelo hacia
quienes lucían crucifijos y pertenecían a cofradías. No, de verdad, es cierto
que después de unos años de impartición de la innombrable asignatura, ya no
quedan niños y jóvenes buenos, ahora todos se dedican a ir con la bandera
republicana a manifestaciones antisistema y a quemar imágenes religiosas. ¿O no
es eso así? Claro que sí señor Rajoy, claro que sí señor Wert. Lo mejor, sin
duda, es adoctrinar en el
nacionalcatolicismo que tanto les gusta; o no, perdón, que ustedes no
adoctrinan, que eso lo hacen solamente los otros, ustedes con esta ley lo que
van a lograr es acabar con el paro juvenil…
Y ahora el cursiprogre de
Rubalcaba salta con que si la ley Wert sigue adelante, él va a pedir revisar
los acuerdos con la Santa Sede. Pero criatura, ¿por qué no lo hiciste antes
cuando estabas en el gobierno con ZP? ¿Es que te impone menos Francisco que
Benedicto? Pues nada, como ha dicho habrá que esperar a que vuelvan al gobierno
para volver a cambiar la ley educativa, total qué más da si ya estamos
acostumbrados a ello…
Pero el cursirretrogradismo no sólo lo demuestran los peperos en Educación,
veámoslo también en la Justicia, y ahí el cursirretro Gallardón se está
luciendo. Su partido se divide entre los muy retro y los menos retro, por eso
con la nueva Ley del aborto no se ponen de acuerdo. ¿Le dará Rajoy otra satisfacción a Francisco
a cambio de más rezos? El tiempo lo dirá, pero me temo mucho que sí. Porque es
que llevan razón, señores, cuanta más abierta sea la ley del aborto más abortos
se realizarán, porque una cosa incita a la otra, no digan que no. Miren lo que
pasó con el divorcio, desde que se implantó en nuestro sistema jurídico no hay
pareja que no se divorcie. ¿A quién se le ocurre dejar que dos personas cambien
sus vidas por no poder vivir un infierno conyugal? ¿Cómo se les ha ocurrido
privar de ese infierno a unos hijos inocentes? Desde luego que tenemos tarea.
No sé si Gallardón y Rajoy van a ilegalizar el divorcio para contentar a
Francisco, pero que no se olvide que será siempre en pos de conseguir más rezos
para acabar con esta crisis.
La involución le conviene a
muchos poderes más o menos fácticos, la involución es incultura y viceversa, la
cultura no interesa porque racionaliza y la razón es evolución. Toda evolución
que se coarta sólo sobrevive con una revolución, y ahora es el tiempo. ¿Habrá
revolución? También me temo que no, la sociedad se ha asentado en un
aborregamiento hipócrita, gracias al devenir de tanto cursiprogre y
cursirretro, que veo imposible que dé la cara por mucho que día a día se la
partan.
Por Joaquín Caballero Ortega, publicado el 19 de mayo de 2013 en surdecordoba.com
Por Joaquín Caballero Ortega, publicado el 19 de mayo de 2013 en surdecordoba.com
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